Para abordar si una iniciativa educativa es verdaderamente útil hay que mirar las cifras, pero también la repercusión en las personas. Suleika confiesa que el mayor descubrimiento en estos años han sido sus propias capacidades. Entró en la Fundación Tomillo a los seis años para asistir a actividades de ocio y refuerzo educativo, y a los 17 pasó de abandonar el instituto en 3º ESO a decidir realizar Formación Profesional (FP) en Hostelería en el mismo centro, donde también se imparten otras FP de grado básico y grado medio. “Ahora puedo ir a clase todos los días con una motivación, y sé que no necesito personas malas en mi vida para no sentirme sola”. Pero no todo lo que ha logrado es académico. “He mejorado muchísimo mi impulsividad y mi autocontrol”, asegura. De cara al futuro se plantea estudiar Psicología.

Seguir leyendo