La destrucción en Gaza es visible desde la distancia: vastas extensiones de tierra arrasada donde antes había terrenos agrícolas, ahora transformados en un paisaje lunar de profundos hoyos y escombros. Pero la verdadera catástrofe es invisible, se filtra en el suelo, contamina la capa freática y envenena el aire. Los sistemas medioambientales de Gaza se han degradado a tal nivel que el Gobierno y los científicos ahora hablan de ello en términos de ecocidio.

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