Solo hay un argumento para ver la televisión en Nochebuena: que te paguen por hablar de ella, como es mi caso. ¿Cuál es el suyo? Sorpréndanme. El más obvio es escapar de conversaciones incómodas durante una cena a la que demasiada gente asiste únicamente por compromiso. Y para evadirse sirve hasta ese discurso institucional del rey que seguimos todos, aunque sea de refilón. A mí me pilló en un bar, porque mi misión es reflotar la economía española desde el sector servicios y no cejo en el empeño ni en festivo.
TVE se reivindica (con pulla) en su gran noche televisiva
Esta vez se han encargado de conducir la gala el siempre entusiasta Aitor Albizua y una Lalachus que ha nacido para estos saraos