La tenaz longevidad de The Rolling Stones parecía irrompible. Incluso se ha llegado a desterrar aquella coletilla que impulsaba a la gente a gastarse el dinero en una entrada: “Hay que ir a verlos, porque quizá ya no hagan más conciertos”. Llegó un momento en el que se sabía que no era el último recital, que la maquinaria de la mejor banda de rock and roll de la historia seguiría en marcha. Pero algo cambió la semana pasada: los planes del grupo para un tour europeo en 2026 se cancelaron. Oficialmente no se concretó la razón, aunque algunos medios dan por seguro que fue Keith Richards el que se bajó del barco pirata de los Stones. Se habla de la artritis, aunque el guitarrista la padece desde hace muchos años; incluso él apunta en las entrevistas que esta patología le ha obligado a tocar de otra forma e incluso ha mejorado como instrumentista, en cierto sentido. Quizá sea solo que el trajín de afrontar cuatro meses fuera de casa, viajando (eso sí, con todas las comodidades cubiertas y con fisios y médicos disponibles las 24 horas) y colgándose una guitarra durante dos horas por noche no le merezca ya la pena.
El barco pirata de The Rolling Stones encalla: “Probablemente no los veremos más en directo”
Tras la cancelación de una gira prevista para 2026 por la artritis de Keith Richards, se abren otras posibilidades para seguir disfrutando del grupo, aunque alguna hipótesis los fans no la quieran ni contemplar