Son las siete de la tarde de un martes de finales de noviembre. Sí, charlamos hace varias semanas, pero Blanca Soroa está de visita en Madrid, acompañada de su madre, como parte de la promoción de la película Los domingos y hay que aprovechar la oportunidad de entrevistarla. Sus estudios de segundo de Bachillerato en un instituto francés en Getxo (Vizcaya), donde reside, son su prioridad absoluta en este momento y en unas horas saldrá de madrugada hacia allí para llegar a clase a las ocho de la mañana. Nos vemos en el recién renovado hotel Palace, abarrotado de público precelebrando ruidosamente las Navidades y, aunque Blanca aún no ha comido, es tan educada y responsable que ni toca los frutos secos que le sirven para acompañar el agua que pide como bebida. Cordial y correcta, no es exactamente reservada, pero sí extremadamente prudente. Su rostro al natural, eso sí, es tan magnético o más que el del cartel de Los domingos, la película donde interpreta a una adolescente que quiere ser monja de clausura y que, confiesa, le ha cambiado la vida. Iba a estudiar Medicina, pero...
EL ROSTRO DE AINARA
Blanca Soroa (A Coruña, 17 años) es y será ya para siempre el angelical rostro de los carteles de Los domingos, la multipremiada película de Alauda Ruiz de Azúa en la que interpreta a Ainara, una adolescente, casi niña, que se planta un día en casa y suelta una bomba: quiere ser monja de clausura. La onda expansiva que provoca tamaña explosión es el tema central de esta película que supone el deslumbrante debúen el cine de esta todavía adolescente con una acusado talante artístico que la llevó a estudiar canto y piano desde niña. De familia acomodada, Soroa ha decidido, con su apoyo moral y económico, tomarse un año de prueba y explorar sus posibilidades en la escena. Las próximas nominaciones a los Goya podrían ser su espaldarazo definitivo.