Pogacar mira hacia atrás e inclina la cabeza lateralmente para indicarle a Majka que acelere, con un ritmo solo asequible para el dios del ciclismo. Simultáneamente, los aficionados notamos sentimientos encontrados. Da igual la distancia a meta, sabemos que va a atacar. ¿A quién no le emociona un ataque? La acción que da sentido al relato, a las horas contemplando un pelotón aparentemente aletargado. Pero también sabemos que la acción explosiva del esloveno es el fin; ya sea la etapa, la clásica, el Mundial, o el Tour… la perfección gusta, pero asesina el encanto. Solo lo inesperado, una caída arriesgando en una curva adoquinada en Roubaix, un error de cálculo en la Cipressa, devuelven la emoción, el espectáculo.
2026: la rebelión del pelotón contra Tadej Pogacar, el mejor ciclista de la historia
El esloveno descubrió en la temporada 2025 la paradoja de la perfección que gusta y cansa a los aficionados por igual, y que deprime a los rivales y lleva a la desmotivación